jueves, 7 de agosto de 2008

El auto fantástico


El auto estaba con muletas.
Lo sé.

La cosa es que le tengo fe al weón, y decidí -carepalo- partir a Santiago en tocomocho (auto, pa los que no cachan).

Lento así, pero los weones son pesaos.
Un loco se me pegó como lapa por atrás (¡epa!, por atrás del auto, digo) con la intención de presionarme pa que yo me cambiara de pista, pero en el suelo había una señal que me decía “oye, un poquito más allá sí que te puedes cambiar de pista”.
¡Lee las señales en el suelo poh weón oh!.

Ya. Tranquilo papá y clap-clap pa hacer el sonido de las palmas.

Yapo, iba manejando todo feliz por la carretera cuándo de repente aparece al lado del camino (onda Fito Páez) una señora haciendo deo. De lejos parecía una letra T, pero infladita.
Me dio pena ver a la señora “T” weando en la carretera sola, así que decidí llevarla (ojo, dentro de mis leyes juansotistas está: “no llevar hombres que hagan deo, sólo mujeres”. He dicho).
Bueno, la señora “T “era una señora-señora, pero “alolada” así. Su buen teñido de pelo, su pintá de labios y sus aritos coquetones.
No era de campo la señora, a eso me refiero. Tampoco era la vejez misma hecha persona, pero yo caxo que -fácil- debe haber tenido unas 50 pepas y yo estuve a un pelito así de tutearla, pero después pensé, naaaa… mejor le digo “usted”.

La cosa es que empezamos a charlar, y como yo soy malito pa batir la lengua…¡nos pusimos a conversar mierda!.
Ella me explicó que venía de la ciudad equis a comprar una weás que le servían pa su pega, y me dio todos los detalles posibles de su trabajo, pero no hay pa qué dar tanta info.

La señora “T” me contaba de su pega mientras yo manejaba relajao. Me decía que hacía esto, esto otro y blá.
¿Y yo?: relajao manejando.
El día taba re lindo afuera.

La verdad es que a ratos no le entendía ni coco lo que me decía la viejuja porque parece que tenía la lengua chueca. Por ejemplo, pa decir la palabra “mucho” la señora “T” decía algo así como “miuuushio”.
Tonces, costaba entenderle, pero yo me hacía el weón de lo lindo porque es re penca estar hablando todo el rato con el famoso "¿ah?” (¿Se han fijao cuando uno escucha hablar a alguien y son puros ¿ah-ah-ah-ah-ah??. Mal poh)

Y la viejuja me hablaba weás con la lengua chueca, y yo: manejando.

En un rato de la conversa me dijo algo así como “…y tú, que te ves tan caballero y tan educado, ¿eres reservado con lo que te cuentan tus amigos?”.
Ohhh, se las da de entrevistadora esta vieja más encima, pensé, y me puse a hablar de “feizbuc” (weón pegao) porque si se trata de encontrar personas NO-reservadas, feizbuc lleva la delantera.

La wá es que después de mi tesis ”feizbuc y la imprudencia de los usuarios” la señora me dijo algo así como “…es que lo que pasa …es que yo msmsmsmmsmsms y entonces aplusebú wechunéi y wá, y tengo un hijo de 16 años ewachuwí acusaku y HAY QUE HABLAR LAS COSAS CLARAMENTE”

Yo quedé pa entro con el texto. Primero, porque sólo entendí la mitad, y segundo... ¿qué xuxa me quiso decir?

Ah, y tercero: como nombró a su hijo de 16 años con eso de “hablar claro”, y antes me había dicho que yo tenía cara de estudiante (já, gracias), pensé: ¿me estará pidiendo consejos pa su hijo?. Bueno, yo me puse a decirle que por supuesto que HABÍA que hablar claro todo el rato poh.
Obvio.

Y ella me dice “Si poh (subiendo la voz, porque el motor del auto estaba sonando fuertón) hay que HABLAR CLARO”.
Yo taba pensando ¿qué mierda me quiere decir esta señora?, cuando de repente me empieza a contar una historia má enredá que yo mismo.

“Mira –me dijo- me da harta vergüenza decir esto porque yo trabajo en tal lugar y resulta que la pega está difícil, que la cosa es que hoy me iban a pasar una plata y que no me pasaron ná, y yo ando con unas cosas que las tengo que recuperar ahora en la tarde y si tu quieres verlas, para que no creas que te estoy mintiendo, yo ando con unas botas y un bolso y resulta que podríamos desviarnos para otro lado y yo necesito ocho mil trescientos pesos, y eso sería”

¿AH?.

Esa fue mi respuesta.

La weá enredá.
Me quedé más colgao que la cresta con el concepto de la vieja. De verdad no entendí ni jota.
Y lo único que atiné a pensar fue “conchetumadre, esta vieja culiá me quiere asaltar con el viejo truco de vámono pallá, y pláf”.
Lo primero que atiné fue a mirarle las manos (otra ley: cuando estés con alguien y tengas temor de que te haga algo…mírale las manos!!. Con las manos te pueden golpear, acuchillar, disparar, etc).

Le miré las manos a la viejuja cuática y las tenía encima de su cartera. Eran unas manos morenas que no calzaban nada con su pelo rucio. Una de las dos cosas no correspondía, o su pelo rucio o sus manos morenas.
La cosa es que verifiqué que mi bolsito y mi chaqueta estuvieran fuera del alcance de ella porque si no ahí dejo la mansaca adentro del auto, pero yo ponía cara de “pucha que soy tranquilo yo, weón oh”.

Y manejando.

Así que me puse a mirar la carretera con el ojo izquierdo y al ojo derecho lo mandé a revisar el sector desde arriba. Manso operativo que llevaba con los ojos cuando en eso la vieja me mira y me dice “ya poh, ¿qué opinai?”. Y yo lo único que atiné a decir fue “¿QUÉ?”, y la vieja va y me dice “Eso poh, QUE NOS DESVIÉMOS DEL CAMINO Y NOS VAYAMOS PA OTRO LAO”.

¿Aló?.
¿Jiuston?, tenemos problemas.

Mi cabeza todavía estaba procesando el “vámonos-pa-otro-lao” cuando la señora se larga a decir que todo esto le daba mucha vergüenza, pero que necesitaba la plata y que nos fuéramos a otra parte para tener algo íntimo privado así y listo.

Triple Ah, y doble vuelta de carnero me mandé en ese mismo momento (solté el volante y pláf, me mandé el medio flip-flap con retorno al instante).
La pobre señora, que yo vi solita en la carretera, me estaba ofreciendo algo “íntimo” en un “desvío” ¿del camino?.
Yaaaaa.

Obviamente le dije “no gracias” de todas las formas posibles pa que la vieja entendiera, porque si le costaba tanto explicar una weá simple, me imagino que también le faltaban tablitas pal puente pa entender algo normal.
Y bueno, después empezó a decirme que estaba avergonzada y me preguntó ¿encuentras que soy muy grosera por lo que te dije?.

Ohhh, la volaíta.
Yo le expliqué que me daba lo mismo lo que hiciera el resto de la gente (es verdad en todo caso) y que se relajara con el cuento.
Ya estaba chato, y la vieja insistía con weás como “uyyy, es que me da tanta vergüenza lo que te dije, qué grosera que soy yo" hasta que me pidió, carepalomente, que le pasara plata pa poder volver.

Puta, y resulta que yo no le doy plata a nadie en la calle (ooootra ley, parezco sheriff) salvo que me apunten con una metralleta a los ojos o que me agarren entre ocho personas pa tirarme desde un edificio de 65 pisos.
Esta situación no era ninguna de las anteriores obviamente, pero se escapaba de todos mis libros y anotaciones mentales, así que –en un acto inédito- saqué mi fiel monedero y le di la cantidad de (redoble de tambores): ciento cincuenta pesos (una moneda de cien y cinco monedas de 10 pesos).

Así no má, y que se de con una piedra en el pecho la viejacu porque, si no me equivoco, es la segunda vez que doy plata en toda mi vida a alguien en la calle (carretera o calle, la misma weá).

La escena era mega patética cuando "justo" en ese momento aparece la plaza de peaje del Túnel Zapata, y la señora se bajó.
Y ojo, se fue en la mejor de las ondas. Cero atao con los $150.

Volví a verificar que mis cosas seguían adentro del auto, miré como la vieja se alejaba (adiós señora "T") y seguí mi camino con la cabeza puesta en esas monedas que había logrado sacarme hasta que en la comisaría de Curacaví -suavemente- me quedé en pana.

Cua-cua-cua-cuá.

Y el auto con muletas no anduvo más.

Con el vuelito que llevábamos nos fuimos derechiiiiito hacia el sector de pesaje de camiones que estaba más tranquilo que la xuxa, porque no había nadie.
Ni pacos, ni camiones: nadie.
Sólo había un burro amarrado a un árbol, pero lejos.

La weá parecía esas películas sobre la carretera, y yo estaba más relajao que antes. Me faltaba el puro mate y el poncho.

Cuento corto: hice cuatrocientas mil llamadas a amigos, grúas, datos de grúas, llamé a los locos de asistencia en carretera, mensajes de texto iban y venían, páf, toma!, para finalmente decidirme por la opción grúa-gratis hasta la estación de emergencia Túnel Zapata.
Todo eso por pagar un peaje y usar la carretera. Qué lindo, ¿no?.
Así me gusta Chile.

Bueno, me puse a esperar que llegaran a rescatarme con una paz increíblemente que ni yo mismo cachaba que tenía.
Estuve mirando el paisaje (montañas y autos) y al pobre burro.

Me senté en una roca grande, como del porte de una lavadora, cuando de repente ¡llegó la grúa!.

Encaramaron el auto arriba del camión salvador, y nos fuimos hacia la famosa estación de emergencia conversando con el chofer de la grúa sobre un choque que hubo a las cinco de la mañana entre un auto y un camión. El auto quedó como puré y el conductor murió camino al hospital.
También hablamos de los ciclistas que tienen que pasar por el túnel pero no pedaleando, sino que en una camioneta de la empresa de peajes, que también es gratis (la pasada, no la camioneta).

En la estación Zapata saqué fotos, miré el paisaje que esta vez estaba compuesto de montañas, autos y señales de tránsito (ceda el paso, discos pare, etc.), y encontré que la mezcla era una soberana mierda.
Además la estación de emergencia parecía una estación lunar fantasma porque no aparecía ningún ser humano.
Y cuando llegaba a aparecer alguien tenía puesto un traje amarillo fluorescente como de astronauta.

Así las cosas, me dediqué a dar vueltas por el sector y a sacar más fotos. En un momento me imaginé que las señales de tránsito y los postes eran personas mirando hacia las montañas, y después me imaginé que en 40 años más (cuando yo tuviera 120 años) todo iba a estar rodeado de edificios. Entonces me puse a mirar el entorno como pa pegarme la quebrá de que conocí el sector cuando no había ná.
Ná de casas, digo.

Después de estas tremendas reflexiones ecológicas se me cansó el mate y me puse a me dormir una siesta dentro del auto, hasta que llegó el mecánico.

Y fin de la historia: a las 18.00 hrs. ya estaba de vuelta en Valparaíso.

Se supone que cuando salí de Valpo (a eso de las 12.00 hrs.) yo iba con la firme convicción de ir a Santiago en auto, pero en realidad parece que salí a buscar algo entretenido pa reactivar este blog que está más solo que los postes de la carretera.

Por ahí, parece, va la mano.